domingo, 18 de mayo de 2008

Falleció acribillado sindicalista de Sutrabolívar

Nueva Prensa
Formaba parte del comité seccional y para el momento en que fue atacado se encontraba adyacente a la estación de servicio ubicada al final de la avenida Las Américas, en Castillito Este viernes, en horas de la mañana, un ciudadano murió tras recibir quince impactos de bala cuando se encontraba en su auto esperando que la luz de un semáforo cambiara. El hecho se registró en la avenida principal de Castillito, a la altura de la estación de servicio, y los autores materiales fueron dos sujetos que iban a bordo de una motocicleta.

La víctima, quien residía en Bella Vista, en San Félix, fue identificada como Joel Antonio Devera Flores, de 34 años de edad, y formaba parte del comité seccional del sindicato Sutrabolívar; para el momento en que fue atacado se encontraba frente a la estación de servicio de Castillito cercana a la Caterpillar, a eso de las 9:30 de la mañana, esperando que la luz del semáforo cambiara y seguir su camino hacia una empresa de nombre Horizon.

La balacera puso a temblar a todos los que se encontraban en dicho semáforo, Devera por su parte acostó completamente su asiento para tratar de salvar su vida, pero todos los disparos fueron a dar en el brazo y parte de la pierna de la víctima.

Los sujetos que viajaban a bordo de la moto huyeron del lugar sin que nadie se atreviera a seguirlos por el peligro que representaban. Una nueve milímetros estaba en sus manos y quitarle la vida a otro ciudadano no les costaría nada.

El infortunado, quien se encontraba solo en su vehículo Toyota modelo Corolla, con placas FAI30F, de color dorado, fue auxiliado por quienes estaban presentes en el lugar, “a él lo sacaron del carro y estaba como convulsionando, pero así mismo lo montaron en una camioneta Pickup blanca con anaranjado y se lo llevaron”. Fue la versión de un par de jóvenes que laboran cerca del lugar donde ocurrieron los hechos.

“Las personas llamaron a la Policía y al 171 pero creyeron que no iba a dar tiempo y se lo llevaron”, agregaron los que presenciaron la situación, por la cercanía del Hospital Américo Babo de Ferrominera; fue allí donde le atendieron durante las dos horas que estuvo con vida.

Para el momento en que estaba siendo intervenido familiares aún no tenían conocimiento de lo que ocurría, por lo que no habían hecho presencia en el lugar y eran sus compañeros quienes estaban pendientes de él y no tardaron en avisarle a los parientes.

Los médicos pidieron en repetidas oportunidades donantes de sangre, pues había perdido una cantidad considerable; sus compañeros de sindicato sirvieron de donantes, pero el esfuerzo fue en vano, cuando eran casi las doce del mediodía falleció sin que ningún galeno pudiera hacer más por él.

Quienes estuvieron cerca de él mientras se debatía entre la vida y la muerte, comentaban que era muy difícil que se salvara; pero los médicos hicieron todo lo posible y parecía increíble que a pesar de los quince disparos la víctima aún tenía fuerzas para luchar por su vida.

Uniformados de Patrulleros de Caroní, Policía del Estado Bolívar y hasta la Disip, se hicieron presentes en el lugar para resguardar la escena del crimen, mientras efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas levantaba los casquillos de los proyectiles 9 milímetros que le quitaron la vida al sindicalista. Allegados al fallecido, aparentemente, manejan nombres de los responsables; sin embargo, no quisieron revelarlos pues entorpecería el procedimiento policial que se desplegará en la ciudad para capturarlos.

Peligro entre los sindicalistas

No es un secreto para nadie que tener un cargo o simplemente ser parte de un sindicato representa una probabilidad del 60 por ciento de morir a manos de un sicario, pues son tantos intereses que se manejan en estos grupos laborales que la muerte representa una solución a cualquier conflicto.

Es tanta la inseguridad que existe entre ellos mismos que muchos se atreven a andar solos en pocas oportunidades y quienes lo hacen es porque consideran que no tienen enemigos; es el caso de los cinco sindicalistas que han muerto en lo que va de año, cuatro en Puerto Ordaz y uno en San Félix.

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